El sol tiembla,
y es que aquí
en esta montaña,
Guatemala se siente distinta.
Se percibe soberana
libre y valiente
así,
como me la enseñaron en escuela.
Vigilante,
hacedora de justicia
en las luchas propias
de la naturaleza.
Resurgente ante los
heridas
y pertrechos de basura.
Sencillamente pura.
Pura,
y sin humanos.
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